domingo, 10 de mayo de 2015

El ladrón. Cap 4. I [Historias con Limón]

El ladrón
Capítulo 1. Cosas de brujas >I< >II< >III<
Capítulo 2. Enlazados >I< >II<
Capítulo 3. Chesire >I< >II< >III<

4.
La Cacería

Hunter era uno de los cazadores con más renombre de toda la cosa Este. No se llamaba Hunter, en realidad, pero toda su fama se había creado alrededor de ese nombre ficticio. Era un cazador en todo el amplio sentido de la palabra; sólo que sus presas eran humanas. 

Era experto en seguir pistas, en acechar y en perseguir. También tenía contactos hasta debajo de las piedras, y aunque el ladrón había demostrado ser un tipo astuto –Hunter no entendía aún cómo había llegado hasta Francia sin hacer saltar ninguna de sus alarmas-, había cometido un tremendo error al volver a los Estados Unidos en avión. 

El cazador no había tenido nada personal en contra de Chess antes de empezar la cacería. Pero llevaba ya siete meses persiguiéndole, y le había costado seis encontrarle antes de que se esfumara de nuevo. Había tenido sólo dos oportunidades para acabar con él, y en ambas había fallado. Hunter no había dejado escapar jamás una presa, y que el ladrón huyera había multiplicado por diez su determinación...y convertido el asunto en algo personal. 

Cuando era personal, Hunter se volvía descuidado. 

De no haber sido así, se lo habría pensado bien antes de seguirle la tercera vez que lo encontró. Llegó al aeropuerto con tiempo de sobra para verle bajar del avión; y se había encontrado con que volvía acompañado. Hunter pensaba que el ladrón y su amiguita se quedarían en el ático del centro al que los había visto subir, pero apenas estuvieron unos minutos antes de bajar de nuevo. 

El coche que habían cogido era un último modelo, y según la matrícula pertenecía a un tal Raymond Cooper, que iba a llevarse una desagradable sorpresa cuando saliese de su reunión. Cómo lo había hecho el ladrón para robar el coche era algo que no conseguía explicarse, porque no había habido un solo movimiento sospechoso cuando lo abrió y se subió al asiento del conductor. 

Seguirles había sido un impulso, y Hunter se había visto obligado a robar otro coche para no perderles. Podría haber puesto un localizador; y si estuviese pensado fríamente lo habría hecho, pero se subió al primer coche que encontró y pirateó el sistema para que reconociese sus huellas como las del propietario. 

Disparar, sin embargo, no había sido una gran idea. El instinto de cualquier ser humano cuando pinchaba una rueda era frenar. Hunter contaba con ello cuando se asomó por la ventanilla del conductor y reventó la rueda trasera del deportivo. Lo personal le volvía descuidado, pero no estúpido, y la carretera estaba prácticamente vacía. Había contado con que el ladrón frenaría, y él pararía su coche como si pretendiese ayudarles. Quizá ni siquiera le haría falta bajarse, con un disparo certero de lejos el asunto estaría liquidado. 

Pero jamás se le habría pasado por la cabeza que ese estúpido aceleraría. 

Así que ahora se encontraba acuclillado en la carretera principal de un barrio de las afueras, con la policía acercándose para acordonar la zona y observando lo que quedaba del precioso deportivo rojo; aunque de sus ocupantes no había ni rastro. 

∞·∞

Si el reloj de la mesilla estaba en lo cierto, Nana tenía una laguna de ocho horas. Y debía estarlo, porque la luz que entraba por las cortinas era tenue y artificial. No se escuchaba un solo ruido a su alrededor, por lo que el tic-tac del pequeño despertador parecía atronador. 

Desde que aprendió a controlar sus poderes, Nana sólo se había sentido débil en dos ocasiones. La primera, por estúpida, y la segunda por no saber dónde estaban sus límites. Suponía que era justo que la tercera vez en su vida que su poder la drenaba hubiera sido para salvarle la vida. 

Lo último que la bruja recordaba eran los ojos de Chess. Sabía que había hecho un escudo instintivo, y también que eso había agotado todas sus energías, volviendo el mundo un lugar confuso y sus pensamientos una maraña. Sin embargo, tenía grabado el accidente en las retinas. A una parte de ella le habría gustado levantarse y convertir al ladrón en algún tipo de alimaña asquerosa, por conducir como un psicópata y hacer que se estrellasen –y que los dispararan-. Por robar su bola de cristal. 

Pero la verdad era que Nana apenas podía moverse. Aunque ocho horas de sueño bastaban para recuperar la consciencia, no eran ni por asomo suficientes para que una bruja recuperara sus poderes. O el control de su cuerpo. Así que ahora era total y absolutamente vulnerable, como nunca en su vida lo había sido. 

Se sentía sorda, y completamente ciega aunque era capaz de percibir el rosa apagado de las paredes de la habitación. Perder el poder dentro de ella era como carecer de una extremidad, y hasta el mundo parecía diferente. La rabia por sentirse débil e impotente se acumuló en su pecho, pero ni siquiera tenía fuerzas para retenerla, así que se contentó con gruñir e intentar incorporarse. Una bruja no daba muestras de debilidad. 

—¿Nana? 

Chess. Oírle le dio ganas de gritar, maldecir o hacer volar por los aires ese estúpido reloj que no paraba de sonar -¿quién en su sano juicio seguiría teniendo relojes analógicos en este siglo?-. De entre todas las personas del mundo, tenía que ser el ladrón el que estaba allí viéndola completamente exhausta, con los músculos pesados, la mente espesa y las emociones revueltas en su interior. 

—¿Qué tal la siesta, encanto? 

—Vete al infierno. —Gruñó, y se aferró a la irritación para encontrar unas fuerzas que no tenía. Al menos podía confiar en Chess para hacerla enfadar. 

Por fin apareció en su campo de visión, y le vio sonreír, con esa sonrisita estúpida. Tenía los ojos antinaturalmente azules, pensó, aunque el pensamiento se perdió entre el caos de flashes sobre el accidente. En lugar de gritar, concentró sus fuerzas en terminar de incorporarse. 

—Por si te interesa saberlo, estamos en Sweet Love, un encantador hostal de aire retro que ofrece un lujoso catálogo de suites para recién casados. 

—¿Quién demonios llama a un hostal Sweet Love?— gruñó. De nuevo. Unos días más con el ladrón y acabaría saliéndole perfecto, eso de los gruñidos. 

—El mismo que decidió que el estampado de corazones era romántico, supongo. Al menos tiene sentido del humor. 

—Porque sin duda tiene mucha gracia estar en un hostal para enamorados después de salir volando en un deportivo. ¿Sabes que seguramente has destrozado las estadísticas sobre accidentes de último siglo? 

Volvió a escuchar su risa, esta vez más suave. Se relajó sólo un poco, mirando alrededor. La habitación estaba pintada en un tono rosa pastel, y contaba con un escritorio de madera y una puerta blanca estampada con corazones. Tenía el aspecto de una suite nupcial cutre de un hotel de carretera aún más cutre. El tipo de sitio que podía, de hecho, llamarse Sweet Love. 

Maravilloso.

3 comentarios:

  1. ¡Hola Blue!
    Que bien, otro personaje nuevo entra en escena. Me muero por saber cual es la historia detrás de Hunter y Chess :D
    Besos ♥
    -Freyja

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    Respuestas
    1. ¡Hola! Muchas gracias por pasarte ^^ Jajaja, la verdad es que la historia de Chess, en sí misma, ya tiene su miga, lo que pasa es que se me resiste a contarla todavía ;)

      ¡Saludos! Y gracias por comentar!

      Eliminar
  2. Hola! He vuelto a retomar mi blog! Mi antigua dirección era Creatiive Read (no sé si me recordaras...) Era para avisarte nada más de que he vuelto con otra dirección de blog y que si me seguías lo hagas de nuevo ya que al cambiar de dirección sigues siguiendo el antiguo blog pero no el nuevo :). Para mas información lee mi entrada jeje.

    Este mensaje es de C&P ya que estoy avisando a todos mis seguidores, espero que no te importe.
    Un beso y un saludo, nos vemos pronto.

    ResponderEliminar

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