martes, 27 de enero de 2015

El ladrón. Cap 2. I [Historias con Limón]


>Prólogo. El ladrón<
Capítulo 1. Cosas de brujas >I< >II< >III<

2

Enlazados

Tras esa declaración, el ladrón cruzó los brazos sobre el pecho y se quedó allí, mirándola, con una sonrisa ligera en los labios. Como si le tocase a ella dar el siguiente paso, pensó Nana, que de momento se concentró en mirarle de arriba abajo con escepticismo.
Chess, se dijo. Mal empezaba si dependía de un tipo con un nombre absurdo para encontrar su bola de cristal, pero era un mal necesario. Mientras la ayudase, por ella como si quería ser la Reina de Corazones. Lo que no le daba igual era tenerle medio desnudo ahí plantado, y que él pareciera estar tan cómodo.
—Bueno, ¿y piensas quedarte así? —Se obligó a romper el silencio, porque estaba claro que él no tenía intención de hacerlo.
—Depende de cómo me lo pidas, encanto, puedo hasta quitarme algo más.
Su tono iba cargado de una sensualidad exagerada. Una mujer más superficial tal vez habría pasado por alto la altivez y la evidente burla –porque la oferta era tentadora-, pero Nana ya estaba bastante irritada, la verdad. Así que, sí, igual su reacción fue un poco desmedida, porque sus ojos empezaron a chispear. Se estaba planteando si convertirle en mono o sencillamente llenarle de pelo de la cabeza a los pies cuando le escuchó reír, y alejarse dos pasos para encerrarse en el baño. Un tipo prudente.
La puerta cerrada enfrió un poco sus ánimos, y mientras esperaba registró la habitación. Sabía que su bola no estaba allí, porque podía sentir su presencia a kilómetros de distancia, pero nunca estaba de más saber un poco del enemigo, aunque ahora estuviese ligado a ella.
El lugar no parecía habitado. El polvo había formado remolinos en el suelo y sobre los muebles después de su exhibición de magia, y la mayoría de las sábanas blancas estaban ahora hechas un montón en una esquina de la habitación. Aun así, toda la estancia daba una fuerte impresión de abandono, como si nadie hubiera vivido allí desde hacía mucho ni fuera a hacerlo en el futuro.
—Y bien, ¿de dónde has dicho que eras?
El ladrón –Chess, tenía que empezar a usar su nombre o se le iba a olvidar- había conseguido salir del baño sin que la puerta hiciera ruido. Enfundado en unos vaqueros y una camisa holgada, parecía más bien poca cosa hasta que rescató una chaqueta de cuero del respaldo de una silla volcada.
Le pegaba, había que reconocerlo. Con el pelo rubio sólo un poco largo y los ojos tan azules, ese aire de chico malo le sentaba como hecho a medida. Por primera vez, Nana se dio cuenta de que era mucho, mucho más alto que ella, porque hasta ese momento no lo había parecido.
—Nueva York. Por si no lo recuerdas, entraste en mi casa. A robar.
—Ah, cierto. ¿El ático en el centro? —Esperó a que Nana asintiese, preguntándose en cuántas casas más había robado a lo largo de la semana para no recordar la suya —Un sitio encantador. Me gustan mucho los áticos.
—Me alegro. Aunque habría preferido que no hubieses entrado al mío.
—Vamos, vamos, sin rencores.
Con toda familiaridad, el ladrón se acercó a ella y le pasó un brazo por los hombros. Parecía amistoso, simpático y de lo más inocente. Como si se hubiesen conocido por casualidad y estuviese intentando caerle bien. Nana se dijo que debía tener paciencia.
—¿Y bien? Dijiste que tenías contactos.
—Mis contactos, encanto, no se levantan a las seis de la madrugada.
—¿Y por qué tú sí?
—¿Quién sabe? Algo me despertó.
—Ya.
Nana no las tenía todas consigo mientras seguía a Chess fuera del diminuto apartamento y escaleras abajo hasta la calle. Aunque eran las seis de la mañana en mitad de noviembre, la mayor parte de la ciudad estaba ya despierta, y había gente caminando hacia el metro. Un paso por detrás del ladrón, Nana se preguntaba a dónde demonios la estaba llevando, si sus contactos –si es que los tenía- aún no estaban despiertos.
Un cuarto de hora después, a punto de que la bruja se cansase de caminar, Chess por fin se detuvo delante de una cafetería diminuta en una calle muy cerca del centro.
—Ya verás, encanto, las mejores crêpes de París. —Dijo, con una sonrisa beatífica, antes de entrar por la puerta y ponerse a charlar con la camarera en un francés ininteligible.
—¿Me has traído aquí a desayunar?
—Francamente, deberías relajarte. Las brujas también desayunáis, n´est-ce pas?
—Que si las…
—Vamos, ahora no te pongas hecha una furia. Hay gente normal delante, ¿sabes? No es bueno para tu imagen pública ponerte a echar chispas por los ojos. —Y para mayor énfasis, hizo un gesto delante de su cara como si espantase moscas.
—Algún día…
—Sí, sí, algún día me convertirás en un asqueroso sapo. Ahora siéntate y calla, no se desperdicia un desayuno así con maleficios y amenazas.
Casi la arrastró hasta una mesa minúscula en una esquina del local, mientras la camarera les ponía delante dos platos ocultos por una masa fina cubierta de nata, chocolate y helado de vainilla. Totalmente en contra de su voluntad, a Nana empezó a hacérsele la boca agua, pero por principios contó hasta diez antes de coger sus cubiertos y empezar a devorar la maravillosa crêpe.
∞·∞
Chess era un hombre de recursos, aunque la bruja no se lo hubiese creído. Y, como era un tipo bastante apañado, consiguió engatusarla –Nana, se llamaba, menudo nombre absurdo- para que se terminase el desayuno e incluso pidiese un café. Claro que ella no podía saber que era muy amigo de la camarera, ni que ésta había colado un par de somníferos en la taza de la bruja.
No era nada personal, pero los ladrones no estaban hechos para ayudar a la gente. Y él, en concreto, no lo estaba para vivir vigilado por una muchacha –sin el aura de poder a su alrededor, la bruja parecía diminuta, a pesar de la minifalda y los tacones de infarto-. Le daba un poco de reparo, engañarla así, cuando la pobre sólo quería recuperar su bola de cristal, pero en fin…c’est la vie.
Sonrió mucho y habló por los codos mientras se terminaba su crêpe y cogía la taza de café caliente. Tenía bastante labia, y había conseguido distender lo bastante el ambiente como para que ella se relajase y dejase de mirarle como si fuese a salir corriendo. Ah, pequeña e inocente Nana, se permitió pensar, soplando su taza de café y viendo como ella se llevaba el suyo a los labios.
No llegó a verla beber. De alguna forma extraña, sintió el líquido caliente rozarle los labios, aunque sabía que la que estaba bebiendo era ella. También sintió el calor del café bajarle por la garganta, pero no su sabor. Parpadeó una vez, sintiéndose desconcertado. Su propia taza se le escurrió de los dedos, aunque el estrépito sonó muy lejano a sus oídos.
La bruja le miró, y él vio el desconcierto en sus ojos. Pasó la vista de su taza de café, que aún sostenía en las manos, a él. Lo último de lo que Chess fue consciente fue de que ella había relacionado los hechos –el café drogado que había bebido con el hecho de que él estuviese perdiendo la conciencia-, pero a continuación se sintió caer, y caer, y la negrura le recibió al fondo.

Blue

4 comentarios:

  1. ¡Hola guapa!
    Ayy el ladrón como me esta gustando y Nana me cae bien jajajaja ^^
    ¡Madre mía! ¿Qué pasará? Que suspense :)
    Me gusta mucho de verdad, quiero más!!!! ^^
    Besotesss amor ♥
    ~Yvaine

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    Respuestas
    1. ¡Hola! Jajaja, ¡muchas gracias! La verdad es que es divertido pensar en Chess (en todas sus circunstancias xD). Me alegro que funcione lo del suspense, porque es algo que nunca se me había dado muy allá, la verdad (¡yuju!).

      Muchísimas gracias por comentar ^^ Un beso!

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    2. ¡Me encanta el personaje de Chess, su nombre y ese aire de pícaro y listillo!
      Y me gusta mucho que se este ambientando la historia en París, aunque me da a mí que nos vas a llevas a más sitios :)
      Espero con ganas la siguiente parte ^^
      Besitos ♥
      -Freyja

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    3. ¡Hola! Jo, me encanta que encima de leer os molestéis en contestarme las dos, ¡muchísimas gracias! ^^ La verdad es que elegí París porque estuve este verano, pero tengo pensado que Chess le de unas cuantas vueltas más a Nana por el mundo ^^ Esperemos que no se pase de listo y acabe convertido en sapo u.u Con las brujas nunca se sabe.

      ¡Muchas gracias por comentar! ^^ Un beso!

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