1
Cosas de brujas
El ladrón vivía con pocos lujos y
menos comodidades. Aquella semana se había instalado en un ático en Boston, y
estaba tumbado sobre un pequeño sofá, con el cuello apoyado en un brazo y las
piernas colgando del otro. Movía los pies ligeramente, como si su cuerpo tocase
una canción, y tenía los ojos cerrados y las manos cruzadas bajo la nuca.
Tenía los labios finos y una sonrisa
perpetua, y hasta sus pestañas eran rubias. Incuso tumbado tenía un cierto aire
travieso, como si todo a su alrededor fuera una broma. No era especialmente joven
y tampoco lo parecía a pesar de su aura de bromista. Era delgado, atlético y
alto.
Y muy, muy rápido.
Tanto que cuando el pequeño
proyectil impactó contra el brazo del sofá, en el lugar exacto en que había
estado su cabeza, el ladrón ya hacía casi un segundo entero que había saltado
hacia atrás. Sus ojos parecían reírse en la penumbra del cuarto, aunque no
podía ver a su asaltante.
Esquivó otra bala con un movimiento
fluido, y una tercera girando sobre sí mismo. El último paso le dejó cerca del
balcón abierto de par en par, y se refugió en la oscuridad aun sabiendo que su
perseguidor tenía que estarle viendo para poder atacar con esa precisión.
—Bueno, bueno, así que los rumores
no mienten. Eres un tipo rápido.
La voz salía del mismo lugar que las
balas, y el ladrón pudo ver apenas en la penumbra la silueta de un hombre –un
hombre alto, fornido, con sombrero y gabardina- y el perfil metálico de la
pistola con silenciador en su mano.
—No, parece que no. Los asesinos
seguís siendo gente de lo más cobarde. —El ladrón incluso se permitió la
licencia de fruncir el ceño, decepcionado.
—No te hagas el gracioso, Chess. No puedes esquivar balas para
siempre. —Y como para demostrarlo, la pistola escupió en silencio un nuevo
proyectil, que abrió un agujero en la pared a tres centímetros de la mejilla
del ladrón. —¿Unas últimas palabras?
Por toda respuesta, Chess sonrió. Su sonrisa se grabó en la
oscuridad, y el asesino maldijo y disparó el resto del cargador en una
trayectoria hacia la ventana. Vio al ladrón dar un paso, contorsionar el cuerpo
y arrojarse de espaldas por el hueco, salvando la barandilla del balcón en un
único movimiento.
Supo que había fallado antes de
asomarse y no distinguir nada más allá de la luz de las farolas muy abajo y la
negrura de la noche a su alrededor, y maldijo porque no esperaba tener que
localizar de nuevo a su presa -mucho menos habiéndola puesto sobre aviso-.
∞·∞
Llevaba las uñas pintadas de rojo, y
sonaban contra el mostrador al mismo ritmo con que la puntera de sus botas de cuero
golpeaban el suelo. Se había esforzado mucho en sonreír, pero al final la
impaciencia tenía que aparecer en alguna parte.
—Excusez-moi,
madame McKenzie. Todo está en orden.
—Muchas gracias.
—Bienvenida a París.
Se alejó del mostrador arrastrando
la maleta. Había elegido el peor momento para una visita a la ciudad del amor.
Fuera del aeropuerto hacía frío, y la lluvia daba un aire triste al lugar. La
mayoría de los taxis había desaparecido ya con el resto de pasajeros, así que
tuvo que esperar hasta poder acomodar su maleta y a sí misma en un coche.
La impaciencia siempre había sido
uno de sus puntos débiles, pero en este caso la consideraba completamente
justificada. Tenía los rasgos del ladrón grabados a fuego en la memoria, y sólo
gracias a eso había podido empezar la persecución.
Era bueno. Jamás lo reconocería en
voz alta, claro, pero el chaval –se
negaba a pensar en él en otros términos- había conseguido colarse en su casa,
lo cual requería una cierta habilidad. Aún tenía pendiente averiguar cómo había
saltado desde un ático sin abrirse la cabeza, pero en realidad eso no
importaba.
Lo único que importaba era que ese
desgraciado tenía su bola, su perfecta y preciosa bola de cristal. La que había
tenido consigo desde que era una niña, y que era totalmente irreemplazable
porque cada bruja ligaba su poder a una única bola.
Iba a matarle. A convertirle en un
sapo verrugoso y encerrarle en un terrario, pero antes ese malnacido iba a
decirle porqué, por qué había pensado
que podía robar a una bruja y marcharse de rositas. Le había costado ocho días
de esfuerzo y siete noches sin dormir, porque encontrar a alguien sin tener
nada suyo ni saber nada de él había sido una tarea casi imposible, y porque el
ladrón se había movido por medio mundo mientras ella le buscaba.
Pero al fin se había detenido allí,
en París. A Nana le había llevado exactamente tres minutos y quince segundos
reservar el primer vuelo para Francia, a expensas de una merma considerable en
sus ahorros. Había pasado ocho horas de viaje recreándose en variopintas
venganzas, pero aún no tenía claro por cuál de ellas se decantaría. Inspiración
del momento, probablemente. Tal vez se limitase a freírle con un rayo.
Ni siquiera le echó una ojeada a la
habitación de su hotel, emplazado en el centro de la ciudad, y bastante más
barato de lo esperado gracias a la época del año. Ni siquiera deshizo la
maleta, se limitó a sacar sus piedras, un cuenco y otras sustancias difíciles
de describir, y comprobar que el ladrón seguía en el mismo lugar en que le
había visto hacía menos de doce horas.
La superficie plana del agua en el
cuenco se arremolinó, y como en una grabación la imagen se acercó por una calle
diminuta hasta un portal, y subió tres tramos de escaleras maltrechas hasta el
último piso. La vez anterior había habido actividad en el diminuto cuarto, pero
a esas horas de la madrugada el ladrón era una figura imprecisa desmadejada
sobre el suelo y con una manta encima.
Nana maldijo los segundos que le
llevó recoger lo que había sacado y equiparse con otro tipo de objetos –en su
mayoría inofensivos, pero que la ayudaban a centrarse y canalizar su magia con
mayor rapidez y precisión-. Salió dando un portazo y, ya en la calle, se subió
al primer taxi que encontró, aunque más tarde se lamentaría por el enorme gasto
de dinero que estaba haciendo en aquel viaje.
Blue
Me gustó muchísimo!
ResponderEliminarbesotes! :3
¡Muchas gracias, me alegro mucho! ^^ Saludos!
Eliminar¡Hola guapa!
ResponderEliminarVeo que te gustó el título que te sugerí :) Me alegra mucho que te gustase ^^
Me ha gustado mucho este primer capítulo y espero poder leer más, estaré pendiente jijijiji (me has dejado con la miel en la boca :D)
Besos ♥
~Yvaine
¡A mi también me ha encantado!
EliminarEspero que pronto subas el segundo capítulo ^^
Besitos ♥
-Freyja
¡Hola!
EliminarYvaine: me gustó mucho tu idea, sí ^^ La verdad es que le va bien al blog y es bastante más original, ¡así que gracias!
Me alegro mucho de que os haya gustado tanto, ¡espero que siga así! ^^ Siento mucho haber estado tan inactiva estos días, que no me he pasado por ningún blog (ni siquiera por el mío); espero poder volver a mi ritmo normal dentro de poco.
Saludos!! ^^